... del Rey de los Cielos, quiero decir. Justo cuando se le habían bajado ya los humos por ciertos cambios en la educación pública religiosa, le asaltan a uno (con agostitad y alevosía, que dijo Julia Otero) con un bando clerical que advierte a los fieles que ostenten representación pública, que irán al infierno si se les ocurriera o/u/y ocurriese ofercer derechos algunos a los homosexuales.
Así que volviendo a estos asuntos de la Tierra y el Cielo, encuentro hoy otra excelente enlace en Libro de Notas, esta vez a un artículo publicado por La Jornada. Carlos Martínez García reflexiona, y de paso nos informa, sobre el la relación entre la(s) Iglesia(s) y el Estado en México en La incapacidad de la persuasión moral:
«Incapaces de atraer a sus propios espacios doctrinales a la feligresía, los obispos, arzobispos y cardenales quieren un auditorio cautivo en las escuelas públicas. Para esto encubren su particular interés con una supuesta defensa de la libertad de todos para elegir la educación religiosa de los niños(as). Esa libertad por la que dicen haber sufrido graves persecuciones del Estado laico en realidad ya existe, y si no ha tenido los resultados esperados en los medios clericales es más por el modelo vertical, excluyente de los llamados laicos, sostenido y practicado por la Iglesia católica, que fruto de un modelo político estatal inhibidor de las libertades religiosas».
También sobre el hecho religioso se pronuncia Enrique Meneses en su bitácora: Integrismo religioso.
«En el puerto de Algeciras se reparten kits en bolsas de plástico a los musulmanes que regresan a Marruecos, Argelia o Túnez. Dentro de las bolsas, se encuentran una biblia, un video, tebeos con la vida de Jesús y un botellín de agua. La mayoría de las veces, ese material es tirado al suelo por los emigrantes que no se atreven a pasar su aduana con semejante propaganda cristiana».
La tesis de Carlos de que debe existir realmente un mercado libre de religiones y que éstas deben luchar sin privilegio alguno por el share de fieles, reduce a las religiones a meros mercaderes de almas, que por un lado me produce cierto orgasmo intelectual y por el otro ciertas alarmas.
Bien es cierto que la Católica es poco dada a campañas de mercadotecnia excesivamente populistas, como el Jesús Guay de Dogma, aunque utiliza otros como los conciertos papales con beatificaciones incluidas. Pero no menos cierto que, al menos en EEUU y creo que de forma creciente en otros países, hay otras sectas (perdón, quería decir iglesias) con políticas de captación (perdón, quería decir conversión) mucho más agresivas, con sus propias televisiones, radios y lo que caiga.
A mi modo de ver, una incompatibilidad, de mal resolución, son las verdades y dogmas inmutables y absolutos que emanan de las divinidades. Las sociedades actuales son dinámicas, lo que les permite un cierto progreso social y (quizás) ético.
Si Jesús levantara la cabeza, ¿qué pensaría de los jefes de su empresa? A lo mejor era gay.