Hace un ratito terminé un libro que compré hará una semana, lo que para mi es algo inaudito en este último año. Se trata de Buenos días, Sócrates (Reflexiones de un filósofo sin estudios), de Juan Carlos Ortega. A Ortega lo conocí radiofónicamente en las tardes de Julia Otero, con los sketchs en los que hacía todos los personajes, y luego resulta que hemos coincidido en alguna que otra asociación. Desgraciadamente, no lo sigo en Crónicas marcianas.
El libro es fácil lectura y está dirigido al público general. En forma de capítulos cortos, utiliza personajes famosos para realizar un debunking de alguno de los tópicos (¿o es al revés?) que todos hemos escuchado o dicho en algún momento. Entre ellos, el que más me ha gustado ha sido el de Pitágoras y la entrevista a un poeta imaginario, de esos que tanto abundan y que sueltan:
«El poder nos desprecia. Nos trata como si sólo fuéramos números, pero somos mucho más: somos personas».
Juan Carlos hace la siguiente reflexión:
«El odio a las cifras se entiende si pensamos en lo siguiente: el número 9 es superior al número 8, pero no es mejor. El número 2 es inferior al 7, pero no es peor. Todo los números son exactamente iguales si los juzgamos según criterios morales. [...]
» El poeta de la tele, como la mayoría de las personas de tendencia vanidosa (todos nosotros, para qué negarlo), no quiere verse a sí mismo como un núme porque le aterra la imposibilidad de considerarse mejor que los demás. No reclama una mayor sensibilidad hacia lo que somos, hacia nuestro inmenso valor como seres humanos. Todo lo contrario: él, como muchos de nosotros, exige una excusa para justificar objetivamente ante el mundo el exagerado amor que siente hacia su persona».
El último capítulo está dedicado a Dios y la telebasura (puede leerse íntegro en InfoTK) pero, en mi opinión, hace una defensa débil de un tipo de programas que va más allá del entretenimiento.
No es el tipo de libro que recomendaría al resto de sesudos blogalitas, pero con tanta Cara de Bélmez suelta es resfrescante su estilo para fomentar el espíritu crítico en la vida cotidiana.