Una de las cosas que más me gustan de la astronomía es que aún se pueden realizar grandes aportaciones con instrumental modesto. Cuando comencé, hace justo 15 años, mis primeras observaciones serias fueron con unos simples prismáticos para realizar estimaciones de brillo de estrellas variables, como la R de la Corona Boreal y R del Escudo. Hoy en día, los aficionados tienen a su disposición equipos de coste moderado que casi igualan -y en otros casos superan- al instrumental profesional de aquella época. En los últimos años, la astronomía aficionada está viviendo la revolución digital. Armados con cámaras digitales, son capaces de obtener imágenes de planetas o galaxias que -casi casi- rivalizan con las del Hubble. Pero además de obtener fotos bonitas, las cámaras digitales obtienen datos de gran valor científico.
Hace un año, un aficionado alemán llamado Wolfgang Kloehr adquirió un telescopio de 20 centímetros con montura computerizada (Meade LXD75) y una cámara digital similar a las webcams pero adaptada para la astronomía (DSI) para hacer su primera incursión en el mundo de la astrofotografía. Cinco semanas después de comenzar, Kloehr observó un objeto brillante en sus imágenes más recientes de la galaxia M51 que antes no estaba ahí. ¿Era un asteroide, un rayo cósmico, una estrella variable? El día siguiente esperó a tener un hueco entre las nubes para observar de nuevo la galaxia, y la imagen mostró que la estrella estaba en la misma posición y era aún más brillante.
Kloehr revisó la cartografía de la galaxia en busca de posibles errores de identificación. No encontró ninguna explicación alternativa. ¿Había descubierto una supernova? Armado de valor envió un informe a la Oficina de Telegramas de la Unión Astronómica Internacional (UAI). Esta oficina es la encargada de filtrar y distribuir las alertas de descubrimientos a la comunidad astronómica. Daniel Green, de la Oficina, respondió a Kloehr que sus observaciones eran incomplentas y poco precisas. Intercambiaron varios correos pero no logró convencerlo. El aficionado alemán esperó y desesperó a que se despejara, y le sorprendió que nadie más hubiera informado independientemente del descubrimiento. M51, llamada la galaxia del Remolino, es relativamente brillante y archiconocida por los astrofotógrafos.
Un día y medio después, obtuvo una tercera imagen de M51 y volvió a enviarla a la Oficina de Telegramas. Apenas unos momentos después recibía la confirmación: había descubierto la supernova SN 2005 cs.
El caso fue tan sorprendente que incluso que el fabricante del telescopio utilizó el descubrimiento para hacer publicidad.
Pero hacer astronomía puntera con equipos de bajo coste no es solo una posibilidad para los aficionados. Los profesionales también han advertido la oportunidad, y le están sacando jugo, algo que comentaré en la entrada siguiente.
Siempre me ha gustado la idea de que en astronomía los aficionados y los profesionales se complementan y se respetan. De esta forma ambos salen beneficiados.
Esto sería impensable en otros campos de la ciencia: "Aficionado a la medicina descubre vacuna contra el SIDA"