«Nuestra constitución se llama democracia porque el poder no está en manos de unos pocos, sino de la mayoría» (Tucídides, II 37)
Conscientes de que Europa es un continente portador de civilización, de que sus habitantes, llegados en sucesivas oleadas desde los albores de la humanidad, han venido desarrollando los valores que sustentan el humanismo: la igualdad de las personas, la libertad y el respeto a la razón,
Con la inspiración de las herencias culturales, religiosas y humanistas de Europa, cuyos valores siguen presentes en su patrimonio y han hecho arraigar en la vida de la sociedad su visión del valor primordial de la persona y sus derechos inviolables e inalienables, así como el respeto del derecho,
En el convencimiento de que la Europa ahora reunida proseguirá por esta senda de civilización, progreso y prosperidad en bien de todos sus habitantes, sin olvidar a los más débiles y desfavorecidos; de que esa Europa quiere seguir siendo un continente abierto a la cultura, al saber y al progreso social; de que desea ahondar en el carácter democrático y transparente de su vida pública y obrar en pro de la paz, la justicia y la solidaridad en el mundo,
En la certeza de que los pueblos de Europa, sin dejar de sentirse orgullosos de su identidad y de su historia nacional, están resueltos a superar sus antiguas divisiones y, cada vez más estrechamente unidos, a forjar un destino común,
Con la seguridad de que, "unida su diversidad", Europa les brinda las mejores posibilidades de proseguir, respetando los derechos de todos y conscientes de su responsabilidad para con las generaciones futuras y la Tierra, la gran aventura que la hacer ser un espacio especialmente propicio para la esperanza humana [...]
Así reza el Preámbulo del borrador de Constitución de la Unión Europea que ha sido presentado esta semana por Valéry Giscard d'Esteing. La Unión Europea, hasta el momento en el que los jefes de Estado aprueben el texto, no estará constituída jurídicamente. Hasta ahora, han estado vigentes varios tratados, como el de la Comunidad Económica Europea.
Dentro de poco, tendremos una nacionalidad más, la de europeos, que complementará a la de cada uno de los países que conforman la UE. Me enorgullece ser partícipe de un proyecto que hace tan sólo unas décadas era considerado toda una utopía.
El objetivo principal de la Unión Europea es «promover la paz, sus valores y el bienestar de sus pueblos» en un «espacio de libertad, seguridad, y justicia sin fronteras interiores y un mercado único en el que la competencia sea libre y no esté falseada».
Esta Europa de los ciudadanos constrasta con el recorte de libertades -amén de las ya existentes- que se están produciendo en EEUU. Los abusos que desde su propio gobierno para con los ciudadanos nativos y foráneos deberían ser totalmente inaceptables en un país que se jactar ser la primera y mejor democracia del mundo, donde modo tradicional han situado las libertades individuales por delante de las colectivas. Sin embargo, la tendencia es a proteger proteger los derechos colectivos -pero particulares- de los lobbies económicos. Ejemplos significativos son los paquetes de leyes anti-terroristas Patriot I y II, la ley anticopia DMCA y el acuerdo en el juicio contra Microsoft.
¿Qué pueden hacer los ciudadanos para contrarrestar este déficit democrático? ¿Cómo hacer frente a la acumulación de poder? Sin duda, pasa por que los ciudadanos adquieran mayor conciencia de los problemas y que las posibles soluciones puedan ser escuchadas sin interferencias partidistas.
Precisamente, a raíz de las inesperadamente populosas manifestaciones contra la guerra en Irak, han surgido varios documentos que exploran la relación entre Internet, como red ciudadana, y su impacto en las democracias. Jim Moore propuso el término Segunda Superpotencia en un documento en el que finaliza pidiendo «considerar la mejor forma de apoyar a las instituciones internacionales, para que colectivamente conformen un marco en el que nuestro poder pueda ser ejercido».
Por su parte, Joi Ito reflexiona sobre el impacto social de tecnologías como las bitácoras en Democracia Emergente:
«Debemos evitar que las herramientas [de rastreo] estén disponibles al público protegiendo el bien común. Debemos abrir el espectro [radioeléctrico] y ponerlo a disposición pública, resistiendo la tendencia a controlar la propiedad intelectual y la implementación de arquitecturas que no son ni inclusivas ni públicas. Debemos trabajar para proveer acceso a la Red a más gente haciendo más baratas y de más fáciles las herramientas y la infraestructura.
» Finalmente, debemos explorar el camino en el que esta nueva forma de diálogo democrático se traduce en acción y cómo ésta se relaciona con el sistema político actual».
Muy modestamente, algunos de esos posibles caminos los hemos tratado de explorar copensando en Blogalia.
Mientras preparamos esa nueva democracia, más participativa, Europa se vale como un espacio de libertades sociales y económicas, que contagia pacíficamente su modelo a las regiones periféricas, para incorporarlas posteriormente de igual a igual. Ojalá esa perifiera llegue lejos, con los principios fundamentales intactos.
El papel es bonito, siempre escriben lo bonito. Estoy seguro de que todos queremos que Europa sea la superpotencia de la paz, la libertad, la democracia, la igualdad, la justicia,...
Sólo espero que esta moda que se está imponiendo en muchos países de la Unión de acercarse a las posturas de EEUU y alejarse de las "europeas" no acabe con esto, dejando la constitución en papel mojado.
De todos modos, creo que Giscard pretendía que la constitución europea fuese algo maś y ya le pararon los pies hace algunos meses.
Los estadounidenses creen mayoritariamente que su país es la superpotencia de la paz, la libertad, la democracia, la igualdad y la justicia. Espero que aquí no llegue un día en que, por un mal de alturas, también acabemos creyendo serlo, sin que serlo.
Migue: Por la propia naturaleza de la Unión Europea, no lo veo imposible, pero sí mucho más difícil. EEUU apenas vecinos, por lo que no se siente ejercita la diplomacia. Europa por sí misma, y por sus fronteras, se ve obligada. Esto cambia la perspectiva de los problemas.