Decía Richard Dawkins en 'Destejiendo el arco iris' (y creo recordar que también Robert Park en 'Ciencia Vudú') que nuestros cerebros están programados para descubrir patrones de repetición y que es esa una de las fuentes de la superstición (de ahí el dicho que las casualidades no existen, porque lo que no son casualidades lo obviamos).
Desde navidades al día de hoy, he tenido varios y felices reencuentros con personas, amigos, que estuvieron cerca de mí en el pasado y que por circunstancias cada uno fue haciendo vidas por separado. Si fuera supersticioso, haría alguna gracia acerca de cómo en tan poco tiempo se han sucedido tantos reencuentros. Pero no soy supersticioso. Y tamapoco hablo de una sucesión de «Hola-cómo te va-hasta luego». Me refiero a encuentros en los que de verdad he disfrutado de la compañía y de la conversación, durante largo rato, sin prisas.
En cierto sentido, estos reencuentros son como releer un libro, que después de cumplir su cometido, quedó clasificado en una posición concreta de la estantería... y de nuestra memoria. Ver de nuevo las caras con el paso de los años, es comprobar cómo las páginas de ese libro se han puesto amarillas. Hablar de tiempos pasados, recordar los pasajes más emocionantes. Volver a compartir un delicioso momento, descubrir nuevas interpretaciones a lo que dejó escrito el autor.
Me gusta pensar que una persona no es una unidad. En aislamiento nos volvemos tarados, porque necesitamos relacionarnos con otros congéneres tanto como la vitamina C. Cada persona es una acumulación de relaciones y de experiencias. Cuando comparto una conversación con un amigo, parte de lo que yo soy, pasa a formar parte de lo que él es. Anhelo que en un futuro, cuando ya no pueda compartir más entradas de 'weblogs', halla al menos un buen círculo de personas en las que, en cierta forma, yo siga viviendo. Supongo que es eso a lo que aspiran los escritores (además de tener otros intereses más terrenales).
Lástima. Al final, «todos estos momentos se perderán, como lágrimas en la lluvia» y todo lo fue, todo lo que es y todo lo que será la Humanidad, quedará borrado por la entropía. Inevitablemente. En tanto en cuanto, mis momentos los voy guardando en esta base de datos, por si acaso alguna inteligencia alienígena tiene el bien de entretenerse un rato leyendo pasajes de la vida diaria de los terrícolas dentro de unos cuantos miles de millones de años.